Analiza el qué y cómo comunican las empresas y sabrás sus pecados

La comunicación en las organizaciones es tan compleja que puede prestarse a muchas interpretaciones. Por un lado, está la empresa con una reputación construida, emitiendo mensajes según lo que ella quiere transmitir a sus audiencias; por el otro, éstas últimas emiten  un juicio de opinión derivado de las actuaciones empresariales y formas de comunicarse. Entra entonces en juego la lucha entre lo que se quiere transmitir, lo que realmente se transmite y lo que es percibido.

Las empresas como organizaciones están conformadas por personas que van diseñando estrategias y mensajes según lo que ellas creen que es lo mejor para el negocio. Sin embargo, muchas veces en ellas pueden convivir vicios inconscientes que pueden ser considerados o no éticos en función de lo que cada audiencia considera moralmente correcto. Y es aquí cuando toca reflexionar:

¿Pueden las empresas cometer pecados al comunicarse producto de vicios inconscientes que conviven en su cultura?

Haciendo la analogía con los tan conocidos pecados capitales, santo Tomás de Aquino señalaba que un vicio capital es aquel cuyo fin es excesivamente deseable, llevando al hombre cometer muchos pecados originados de aquel vicio como fuente principal, todo para alcanzar el deseo. Muchas veces las empresas deseosas de ser percibidas como líderes, poderosas y únicas pueden caer en vicios comunicacionales, estos conllevan a otros desaciertos que pueden impactar en su posicionamiento ante las audiencias, obteniendo de esta forma el resultado contrario al esperando.

Siguiendo la analogía con los pecados capitales, si nos sumergimos en el mundo corporativo podemos llegar a describir cómo serían éstos si fueran cometidos por una empresa al momento de comunicarse con sus audiencias clave; para saber si en efecto pecan solo basta analizar el mensaje, la forma y el estilo de comunicación.

Soberbia perceptual

Cuando la empresa aprecia de forma descontrolada su propio valor. Es el deseo y necesidad de ser percibido como el más importante en la industria o en el sector en el que se desempeña, incluso ser más importante que lo que sienten sus audiencias. Un aire de superioridad que conduce a la sordera y a la ceguera. Esa necesidad lleva a que la organización piense que todos deben atenderla, escucharla y correr a su llamado.

Un ejemplo de este pecado se refleja en aquellas empresas que no toman en cuenta a sus audiencias y al hacer un llamado a una actividad pública o a una actividad interna creen que la información a compartir se va a convertir en noticia o en trending topic, sin analizar si la misma se conecta con los intereses de su audiencia.

Recuerde: La percepción del receptor del mensaje es la verdadera esencia de la comunicación

Guía informativa

Cuando la empresa quiere informar de todo a todos de manera irracional, de forma voraz, “infoxicando” a sus audiencias, sin analizar si es de interés o no el contenido y sin caer en cuenta que son tantos mensajes que el receptor no tiene capacidad de asimilarlos.

Recuerde: lo que es importante para la empresa, no necesariamente lo es para su audiencia.

Avaricia de espacio

Cuando la empresa quiere abarcar todos los espacios, medios y canales disponibles. Busca que su  comunicación esté siempre presente en todos lados y ocupar todos los espacios sin importar el precio y a veces ofertando mucho más que la competencia. Puede resultar muchas veces invasiva para sus audiencias, la marca o la empresa se mete en sus vidas y si se mezcla con la soberbia genera aún más rechazo.

Recuerde: A veces menos es más; tenga claro los medios y canales de comunicación claves que lleguen a quien realmente quiera llegar.

Pereza comunicacional

Cuando la empresa olvida comunicar o no le da importancia a la comunicación por negligencia, tedio o descuido. Simplemente se concentra tanto en hacer dinero o alcanzar ciertos objetivos que no le presta atención al valor de la reputación, mucho menos a la opinión pública.

Recuerde: Incluso lo que no se comunica también comunica.

Ira verbal

Cuando la empresa genera un sentimiento descontrolado y desmedido que conduce a sobre reaccionar ante un issue o ante una matriz negativa que se está generando en la opinión pública, sin un análisis y estrategia que procure construir sobre la reputación y la verdad. Una mala e inoportuna respuesta sobre un hecho puede generar un problema mucho mayor como la pérdida de la credibilidad.

Recuerde: Reaccione con conciencia, prudencia, de forma oportuna y teniendo en cuenta las consecuencias.

Envidia pública

Cuando la empresa siente un deseo incontrolable de parecerse a su competidor, de tener su reputación o el aprecio de sus audiencia o de no querer que ésta ocupe un lugar en el mercado que ya tiene ganado. Esto puede generar prácticas comunicacionales poco éticas consideradas como competencia desleal, tal es el caso de la publicidad comparativa basada en las desventajas del competidor o la generación de acciones de comunicación para generar una matriz de opinión negativa hacia el otro.

Recuerde: Las acciones y palabras hablan de quien es su empresa.

Lujuria de atención

Cuando las empresas caen en el exceso o demasía en sus acciones de comunicación. Acosan a sus audiencias para llamar su atención a como de lugar, creyendo que con llamar al cliente, por ejemplo, muchas veces van a lograr una afiliación a un servicio o compra de un producto, o con llamar insistentemente a un periodista van a conseguir que publique una información que para el medio de comunicación no es noticia.

Recuerde: Gana el que logra conectar según los intereses de sus audiencias, la preferencia o atención no se obliga.

Si al leer esta lista de pecados capitales de la comunicación considera que su empresa puede estar cometiendo alguno, no se preocupe, no todo está perdido; afortunadamente siempre se está a tiempo para tomar las decisiones necesarias e ir corrigiendo los vicios que originan que nuestras audiencias nos perciban distinto a lo que realmente queremos y no nos damos cuenta. 

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Lidia Pinto
Gerente de Cuentas
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