La sabiduría de mi abuela y los riesgos empresariales

La Segunda Guerra Mundial tuvo múltiples y profundas consecuencias, siendo una de ellas la migración forzada por las afectaciones colaterales a lo económico, político y social. Mis abuelos maternos, son una muy pequeña parte de los millones de afectados que buscaron opciones de futuro en Latinoamérica, específicamente en Venezuela, país que les permitió construir familia y comunidad. Mi abuela Juana, fuente inagotable de sabiduría, y quien dejó una profunda huella en todo el que la conoció, solía decirme “Nadie Aprende de Experiencia Ajena”. Usada con frecuencia por ella, jamás imaginé la relevancia que con el paso del tiempo tendría para mí, en especial en mi rol como administrador de riesgos empresariales (ERM por sus siglas en inglés) por más de 20 años, en diferentes partes del mundo. 

La frase en sí misma permite diversos enfoques, pero si la relacionamos a los costos que genera el olvido de experiencias de aprendizaje con el paso del tiempo, al que nos sometemos constantemente como seres humanos, grupos sociales y empresas, entramos en un ciclo vicioso donde repetimos casi inevitablemente los errores del pasado; muchos superados exitosamente con huellas profundas y consecuencias irreversibles. 

¿Qué aprendieron las empresas durante la pandemia?

El Business Continuity Institute, destacó en 2021 que más del 70% de los encuestados dijo tener como parte de la Junta Directiva y Alta Dirección a alguien responsable de promover la resiliencia, en comparación con 2020, donde la cifra era cercana al 32% 

Parece evidente que un evento disruptivo de la magnitud del COVID-19, puso sobre la mesa vulnerabilidades en el entorno empresarial alrededor del mundo y ésta se vio tan afectada, con planes estratégicos y de negocio inciertos, que la relevancia de roles y responsabilidades asociadas a la Administración de Riesgos, Crisis, Continuidad Operacional y Resiliencia, no sólo se hicieron necesarias, sino imprescindibles en el ánimo de atender las consecuencias del evento disruptivo.  

Esta tendencia fue casi transversal en el mundo empresarial, pero… 

Las empresas también olvidan

Analicemos un ejemplo emblemático durante la pandemia, lo que sucedió con el impacto de las cadenas de suministro 

1) Capgemini, un think tank global, consultó en 2020 a 1.000 organizaciones y concluyó que más del 66% de ellas veían mandatorio un cambio profundo en las estrategias de la cadena de suministros, donde el 57% declaró haber provocado incrementos en la inversión para mejorar la resiliencia;  

2) Foley, consultora especializada concluyó en 2020, que el 93% estaban implementando o fortaleciendo planes de contingencia en la cadena de suministros;  

3) Procurious, la red de cadena de suministros y compras más grande del mundo con más de 40.000 miembros, concluyó en 2020, que el 73% planeó cambios importantes en la cadena de suministros y casi la mitad de los CEOs planeaba reducir las cadenas globales, dependiendo más de proveedores locales y así disminuir los riesgos de disrupciones operativas. 

Las empresas realizaron los ajustes necesarios en elementos de la cadena de suministro, pero el paso del tiempo, como suele suceder con todo riesgo, evento disruptivo o crisis, minimiza la percepción de los efectos dañinos los cuales disminuyen en intensidad, entran nuevas variables en juego, se disipan las preocupaciones, se baja la guardia, se generan cambios, se refrescan roles y responsabilidades y tarde o temprano, se modifican las prioridades, se olvida lo que puso al negocio en la situación adversa y se regresa al tan conocido “Business as usual”.  

En el 2022 la “Encuesta Digital Supply Chain Survey 2022” de PwC   revela que las prioridades de las grandes empresas en relación a sus cadenas de suministro post COVID, mutan nuevamente y vuelven a las prioridades usuales como son la reducción de costos, el incremento de eficiencia y la automatización de procesos, quedando relegada a puestos inferiores la resiliencia como capacidad fundamental. 

¿Para qué un ERM dentro de la empresa?

Riesgos empresariales

Un ERM en todo su contexto debe administrar los riesgos de una organización, ayudar a anticipar las crisis que éstos pueden desencadenar, asistir en la superación de dichos eventos y promover la construcción de la resiliencia necesaria para conseguir una sana, mejor y más rápida recuperación. Para lograr esto, se debe:  

  • Construir una agenda de riesgos y oportunidades con el aporte de las grandes mentes que conforman la estructura organizacional,  
  • Diseñar las alertas e indicadores para toda la estructura, 
  • Diseñar procesos que soporten qué, cómo, cuándo y por qué debe operar cada rol y función, 
  • Capacitar a los colaboradores en dichos procesos,  
  • Realizar simulaciones que pongan a prueba los aprendizajes, 
  • Registrar los avances alcanzados y sobre ellos:  
  • Mejorar los procesos, roles, perfiles y respuestas para que en futuros eventos la reacción se acerque lo más posible a lo ideal, logrando así la tan necesaria resiliencia. 

Es justo en los momentos de calma donde la sabiduría de los abuelos debe guiar nuestras decisiones; las estructuras deben ser capaces de resistir la tentación de regresar a los viejos comportamientos, a las prácticas usuales y aprender de la experiencia ajena y la propia, minimizar el costo del olvido y mantener los sistemas de Administración de Riesgos, Crisis, Continuidad Operacional y Resiliencia en el foco del ejercicio empresarial ya que al igual que los seguros, es mejor tenerlos y no necesitarlos, que necesitarlo y no tenerlo. 

¿Está tu empresa dándole prioridad a la gestión de riesgos incluyendo los aprendizajes? 

Javier Velázquez
Director Asociado – Oficina México
jvelazquez@komunikalatam.com
Linkedin: Javier Velásquez

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